En los altavoces de nuestro PC suena de manera repetitiva, llegando a provocar sopor, la melodía de “(They Long to Be) Close to you“, de The Carpenters. Su letra, un himno al amor, incluye como estribillo la siguiente frase: “Just like me, they long to be close you“. Nada fuera de lo normal si la misma la relacionásemos con dos amantes que no pueden permanecer alejados ni un segundo. La música transgrede su mensaje y contenido cuando la escuchamos a la par que bombardeamos la franja de Gaza y tomamos el papel del ejército israelí. Así son las obras de Raitendo, apodo bajo el que subyace el desarrollador de juegos Flash, Marcus Richert, capaz de convertir uno de los grandes éxitos del estilo easy listening en la banda sonora de una brutal violación de los Derechos Humanos. Todo ello remarcado por las palabras del primer ministro hebreo en 2006, Ehud Olmert, que nos anima a aniquilar al mayor número de civiles palestinos. Como señalaba Antonio Planells, estas producciones presentan dos rasgos comunes: una “estética subversiva” y unas “reglas subvertidas“. En el ejemplo mencionado, del que seguro que el lector ya tendrá claro que nos referimos a Raid Gaza (2008), se representa un hecho real, como fue la ofensiva hebrea conocida como Nubes de Otoño, en la que decenas de tanques y aviones atacaron la localidad de Beit Hanún, en Gaza, con el objetivo de acabar con el lanzamiento de misiles Qassam. La mecánica subvertida se consigue cuando Richert nos convierte en el ejecutor para denunciar la situación del ejecutado. Un intercambio de papeles que generó una gran controversia en los propios comentarios del portal online Newgrounds. Muchos usuarios no se percataron del doble sentido de esta maniobra y juzgaron este juego de manera negativa y poco respetuosa con lo que estaba sucediendo.
La ironía llevada a su máxima expresión tomó forma en sus siguientes creaciones, que ridiculizaban la idolatría y obsesión de parte de la sociedad por cualquier producto artístico que atraiga a las masas, como bien pudieran ser ciertos títulos triple A o grandes producciones cinematográficas. Es el caso de Passage in 10 seconds (2010) y An Abstract Art Game in 10 Seconds (2009). Imágenes de gran sencillez, como dos figuras que simbolizan el paso del tiempo, así como el movimiento en pantalla de dos franjas horizontales que aplastan unas palabras, demuestran la influencia y gran aceptación que obras absurdas, o carentes de sentido, pueden provocar entre el gran público. Son ilustrativos de estos argumentos las frases últimas con las que finalizaban estos dos títulos: “this is art” y “mother”, entre sollozos por el “impacto” de este juego geométrico, supuestamente emocional. Esa es una de las más claras y atrevidas características de Raitendo, convertir el sin sentido en una herramienta y altavoz de denuncia, ya sea de carácter internacional, como vimos con Raid Gaza, o de índole artística como realiza con su serie de 10 seconds.
Sus propias raíces y entorno más cercano saltaron a la palestra con Carl XVI Gustaf & Stekta Sparvbataljonen (2009), parodia del monarca sueco, que tiene que lograr engullir el mayor número de patos asados que pasan volando a la altura de su boca. ¿Referencia a su predilección por las aves de corral o a su gigantesca dislexia? Nos decantamos claramente por esta segunda opción. El “tema culinario” también estuvo muy presente en apoyo a la revolución libia del 17 de febrero de 2011 y que acabó con el derrocamiento del régimen del coronel Muamar Gadafi. A partir de un suceso real, anecdótico pero no por ello intrascendente a la hora de aproximarnos a la vanidad y endiosamiento del líder musulmán norteafricano, Richert construye una auténtica salvajada satírica y provocadora. En 1995, en plena operación de cirugía estética, hizo detener la intervención para comerse una hamburguesa. Años después, en 2011, y a partir de este ridículo acontecimiento, se nos presenta a Gadafi clamando en árabe mientras manejamos una trituradora de carne que lo absorbe. Todo ello aderezado por una melodía alegre, restando importancia a nuestras acciones. Provocación en una sola tecla, perfecto resumen de Lybian Hamburger Recipe. Nuestra única función es darle vueltas a la manivela. Posteriormente, tendremos que apelmazar la masa que resulta de este proceso, darle forma de hamburguesa y cocinarla a su punto. Por supuesto, el plato resultante será decorado con la bandera de los rebeldes libios y la taquiya, el gorro cónico beduino que lo caracterizaba.
En fechas más recientes, y en relación al sudeste asiático (realidad geopolítica que conoce perfectamente por vivir en Japón), se burlaba del monarca tailandés Bhumibol Alulyadej, que estuvo en el poder casi setenta años. Durante este periodo imperó en el país el delito de lesa majestad, es decir, la Ley que castigaba a cualquier persona que “difamase, insultase o amenazase al rey, la reina, el príncipe heredero o al regente” con hasta 15 años de prisión por cada delito. El código penal no especificaba lo que constituía un insulto o una amenaza para la Casa Real y se utilizó durante los últimos años para acallar cualquier tipo de crítica a la sucesión real o incluso al gobierno. Raitendo, en 2018, y a través de You Have To Defecate Upon King Bhumibol dejó claro que era un insulto, en este caso defecar -literalmente- sobre la figura del rey difunto. Para ir cerrando este texto, no podemos dejar de mencionar la aparición en 2009 de A Depiction of Muhammad. La significación de este título, totalmente neutro y fuera de polémicas aparentes (Mahoma adquiere la forma de un cubo tridimensional azul que flota en el aire), queda coja sin recordar las amenazas que diferentes medios escandinavos, y posteriormente sus embajadas en países árabes, recibieron por representar al profeta musulmán. Todo ello derivo en una espiral de violencia y protestas que alcanzaron su cenit con los atentados de 2015 contra la publicación satírica francesa Charlie Hebdo. Raitendo, sin temor a la coacción y a posibles amenazas, jugó con la ambigüedad. Si el problema era dotar a Mahoma de forma humana, en contra del aniconismo islámico, lo presentó con forma de geométrica. Las protestas y “advertencias” en los foros de Newgrounds no tardaron en llegar: “HEY Y DID YOU DO THAT..…IT’S FORBIDDEN IN ISLAM AND IT CAN GET YOU KILLED…REALLY I’M NOT KIDDING”. Nada hizo cambiar de opinión a su creador y, a fecha de hoy, sigue accesible en la web.
Estos pequeños ejemplos, seguramente para muchos ridículos, simples e innecesarios, son una muestra más del poder de difusión, concienciación y denuncia que pueden generar unos pocos elementos interconectados que conocemos como videojuegos. Sea a través de potentes motores gráficos o mediante dinámicas de la pronto extinta Flash Player, las creaciones videolúdicas se han convertido en el mecanismo de denuncia global más potente del siglo XXI. Igual que la sátira y la caricatura camparon a sus anchas en épocas precedentes, los títulos de Raitendo constituyen, pese a su bizarrismo y, en ocasiones, humor escatológico, una forma legítima de protesta política y social. Lo que nos muestra en pantalla jamás superará a los aspectos más negativos y repulsivos de nuestra cotidianidad.