N.A.R.C. A la masacre no se podrá jugar.

La administración Reagan (1981-1989) declaró que tenía dos grandes enemigos: el Imperio del mal y las drogas. El D.A.R.E (Drug Abuse Resistence Education) se institucionalizó como el modelo para apartar a los jóvenes de la violencia, las bandas y las drogas. Este programa fue bastante popular en los EE.UU. Se dice que logró reducir el consumo de drogas recreacionales ilegales en el país (especialmente en la costa oeste), aunque la realidad fue que, aparte de que trató de apartar a los niños del consumo, se utilizó como medida de represión en las zonas donde la droga estaba pegando fuerte debido a las políticas liberales de Reagan.

A Nancy Reagan, la Primera Dama de los EE.UU, se le atribuyó el haber creado el slogan Just Say No (Solo di no o, como adaptamos en España, Di NO a las drogas). En realidad el eslogan lo desarrollaron los publicistas de Madison Avenue Robert Cox y David Cantor como parte de la campaña contra las drogas en la que el gobierno iba a poner una cantidad sustancial de dinero. Todo fue perfectamente orquestado para que en una visita de Nancy a un colegio una niña preguntase ¿Qué hacemos si nos ofrecen droga? a lo que la Primera dama respondió: Just say no!

Pocos años después de que sucediese esa anécdota, de la que se infiere que los camellos van repartiendo mandanga gratuita, cayó el muro de Berlín. La glasnost y la perestroika acabaron por tumbar al último Soviet y Boris Yelsin cabalgó un tanque en Moscú camino de la presidencia; Fukuyama declararía el fin de la historia y la llegada del último hombre; el tren del desarrollo había encontrado la parada terminal. Los nuevos supervillanos iban a ser de cartón piedra, de videojuego. Sadam Hussein, amigo del secretario de defensa Donald Rumsfeld (el que será luego su Nemesis), fue el hombre más malvado después de Hitler. Los narcos, los únicos con suficiente poder económico para hacer frente a los gobiernos donde operan, fueron la obsesión de los EE.UU. en su lucha por mantener su hegemonía imperial. Los presupuestos del estado alimentarán el enconamiento sin salida de la guerra contra las drogas. Pero cuando se abrió el telón del 11 de septiembre la droga comenzó a ser un asunto menor. Resulta que la Historia no había acabado, aunque todo esto pertenece a otro relato bien distinto.

La retórica de la lucha contra las drogas, antes y ahora, consiste en demostrar que cualquier droga ilegal conduce a la degradación tanto física como moral. Drogarse es sinónimo de alguien que no sabe disfrutar de la vida y que acaba por arruinar las de los que tienen cerca. Lo que se propone es asumir un miedo irracional a los efectos de las drogas (drogofobia) sin ofrecer información adecuada sobre qué sucede al tomarlas y cuáles son los márgenes de seguridad. Por ejemplo, poca gente sabe que los hongos alucinógenos son perfectamente seguros mientras que el abuso de calmantes produce miles de muertes al año.

Si la frase es solo di no y alguien pregunta pero, ¿por qué no? no se va a encontrar respuesta. Lo más cercano a eso fueron otras campañas publicitarias que estigmatizaban más aún al consumidor equiparándole con un delincuente (el gusano que entraba por la nariz de un sujeto o el huevo que se fríe en la sartén y eso es tu cerebro cuando te drogas): Drogados y locos. Tabaco, alcohol u opiáceos como el ibuprofeno nunca se han considerado drogas ilegales ni fueron incluidas en estas campañas como causa de degradación moral.

N.A.R.C. (WMS 1988) fue una máquina recreativa que consiguió atraer la atención de los jovencitos mediante un sistema de juego en el que la violencia era bastante explícita. Por otra parte, este videojuego parecía abrazar por completo la política anti-droga de la administración Reagan. El acrónimo N.A.R.C. utilizaba la misma tipografía que el del D.A.R.E. mientras que tanto dentro del juego como en la carcasa de la recreativa se podía leer “Just Say No!”. En el modo de enganche del arcade también figuraba el famoso cartel de “Winners don’t use drugs”. Como se puede esperar, en la narrativa de N.A.R.C no estaba el objetivo de ayudar a familias pauperizadas, escolarizar a los niños o plantear un debate adulto sobre lo apropiado que sería legalizar las drogas para evitar todo aquello que rodea al tráfico ilegal de estupefacientes. Por supuesto tampoco se propusieron quitarle el estigma al consumidor.

N.A.R.C.
Imagen promocional de la máquina recreativa N.A.R.C.

Lo peor de N.A.R.C es que visto desde nuestra perspectiva parece una parodia autoconsciente sobre las figuras masculinas hiperbólicas que entran en modo todos contra el barrio mediante una orgía de destrucción al estilo de Yo soy la justicia. Cómo atajar un problema complejo con la mentalidad de un garrulo. Al igual que en Yo soy la justicia (película dirigida por un reconocido ultra-derechista) N.A.R.C. reivindica solucionar el problema de la droga a cañonazos. La retórica del plomo como el fármaco adecuado frente a la decadencia moral. Emplear la idea de limpieza como solución; solución final, por otra parte, tan pegada al modo en que el nazismo entiende la higiene y la asepsia.

Lo que sigue es la descripción que aparece en el manual oficial para la instalación de la recreativa de N.A.R.C. Esta descripción del gameplay va a intercalarse con varias citas de Rodrigo Duterte, el presidente actual de Filipinas. Su política anti-droga es tan brutal como delirante. Amigo tanto de Trump y de China por conveniencia, su polémica política anti-droga (denunciada por múltiples ONG ante la ONU) lleva un recuento de personas asesinadas que ronda las 3000. Duterte prometió en la campaña presidencial que durante su mandato se llegaría a 100.000 asesinatos.

N.A.R.C.

Los sueños húmedos del creador de N.A.R.C son reales en Filipinas.

GAMEPLAY.

 ¡LA CIUDAD ESTÁ DESBORDADA! ¡Navajeros! ¡Gánster! ¡Proxenetas! ¡Los delincuentes están por todas partes! ¡La basura de la Tierra! ¡Sólo el jugador puede restablecer la ley y el orden!

«No pararemos hasta que el último capo de la droga, el ultimo financiador o el ultimo camello se haya rendido o lo hayamos encerrado… o esté bajo tierra, si lo preferís».

Apreta el gatillo repartiendo metal caliente antes de que esté preparada la BOMBA COHETE. ¡El Jugador es un viril guerrillero urbano que defiende nuestra ciudad de la plaga definitiva!

«Habrá tantos cadáveres vertidos en la bahía de Manila que los peces engordarán por alimentarse de ellos…Si conoces a algún drogadicto, ve a por él y mátalo tú mismo ya que pedir a sus padres que lo hagan sería demasiado doloroso».

¡También es su vecindario! Está comprometido con el barrio. El dice NO a la decadencia del interior de la ciudad. Porta una placa y su código moral y los va a defender dando ejemplo.

«Hitler masacró a tres millones de judíos. Ahora, aquí hay tres millones de drogadictos… Me haría feliz poder matarlos (…) para salvar a la próxima generación de la perdición».

N.A.R.C.

SIN MIEDO, DESAFIANTE… el fuego de su pistola brilla allá por donde pasa. Entonces lanza una devastadora BOMBA COHETE para atrapar a varios malvados con una sola trampa. Con los botones de SALTAR y AGACHARSE puede esquivar balas o poner dinamita o lanzar misiles.

«Si tuviera miedo y parase por culpa de los grupos de derechos humanos… lo siento pero no soy de esa clase. ¿Queréis arrestarme? ¿Echarme? Adelante. Está bien. ¿Echarme? Bien. ¿Asesinarme? Mejor. Voy a tener esta migraña en la cabeza todos los días de todas formas…No soy un asesino. No disfruto viendo a un filipino tirado en el suelo lleno de sangre».

Sin embargo el acechante Loaf, el mercader de la muerte Dumpster Man, el condescendiente Pimp y el horrible Hypoman están por todas partes. Y estos sarnosos merodeadores no se detendrán ante nada. Pelean por su territorio. Así que traerán más bombas y arrojarán más corrupción. Porque ellos están siempre preparándose para un encuentro con la muerte.

«Nuestra gente irá a esos centros y consumirá drogas hasta el fin de los tiempos, hasta que se vuelvan locos. ¿Qué clase de respuesta es esa?».

¡ESTE TRABAJO EXIGE DETERMINACIÓN, PENSAR RÁPIDO! La ciudad es una jungla. ¡Los camellos se esconden en sus guaridas… se lanzan en Cadillacs Rosas bien armados…! ¡o pueden atacar preventivamente a los jugadores con sus camellocópteros! Pero el jugador se ríe del peligro. Gana puntos si incauta mercancía (¡evidencias!) escondidas en los Cadillacs. Así como atrapando a estos parásitos de la sociedad. Después les vuela el agujero donde se esconden. Y derriba el camellocoptero. ¡Porque ningún proxeneta está tan colocado… ni un gánster demasiado tirado como para no comer justicia caliente!

N.A.R.C.

«Lo sé porque solía hacerlo personalmente. Se les muestra así a los policías que si yo puedo hacerlo ¿por qué no vais a poder vosotros? Me daba una vuelta por Davao en una moto enorme. Hacía patrulla en las calles y buscaba bronca. De verdad que buscaba encontrarme con alguien para matar».

ENTRA EN LOS EDIFICIOS. El jugador debe entrar e investigar en las fortalezas de las bandas. Cuando los enemigos salgan de sus guaridas el jugador debe entrar. Si los demonios psicópatas se meten en el metro el jugador los persigue sin descanso. Ni las balas, ni las bombas, ni siquiera los perros locos pueden detenerle. Puede luego detener a otro delincuente.

«[Barack] Obama es un hipócrita y un hijo de puta»

EL JUGADOR COMIENZA CON 100 UNIDADES DE ENERGÍA. Detener y los decomisos hacen que gane puntos. Por cada 25.000 puntos obtiene 20 puntos de energía. Pero si hiere a un viandante se le penalizará.

«Romperé con América…Aunque esto os pueda parecer mierda, es mi deber sagrado mantener la integridad de esta república y la salud de la gente. Si no quieren venderme armas me iré a Rusia. Mandaré a mis generales a Rusia, y Rusia me dirá ‘no te preocupes, tenemos todo lo que necesitas y te lo daremos’».

EL GRAN OBJETIVO. En último término el jugador busca al Enemigo público numero 1, Mr. Big. Mr. Big es la sórdida sabandija rey de los delincuentes. Su glamuroso lugar está lleno de evidencias. Es inevitable que tarde o temprano se le detenga en una megaoperación. Pero es inteligente. Es rápido. Y está equipado con la tecnología de categoría para continuar su oleada de crímenes. ¡El jugador no permitirá que huya! ¡La red de delincuentes debe caer!

N.A.R.C.

[Extracto de una entrevista de la BBC a una mujer que trabaja para un comisario de Duterte como asesina. María (pseudónimo) forma parte de un grupo de tres asesinas muy valiosas porque pueden acceder con mayor facilidad hasta el objetivo a eliminar] Matar cuesta barato: 430$ por cabeza. El dinero tiene que repartirse entre el grupo de choque. Aunque los asesinatos por contrato no son una novedad en el país, desde que Duterte prometió la matanza de drogadictos, su trabajo se ha incrementado considerablemente.

«Me siento culpable por lo que hago. Me da miedo que las familias de los que mato vengan luego a por mí». María reconoce que tiene remordimientos por elegir la senda más peligrosa de la isla. «No quiero que mis hijos me pregunten a qué nos dedicamos porque les tendríamos que decir que matamos por dinero».