Advertencia previa: este artículo contiene revelaciones de la trama de los dos títulos mentados en el primer párrafo. Lean baso su propia responsabilidad.
La llegada en esta última parte del verano de 2017, de Uncharted: El Legado Perdido (Naughty Dog, 2017) y Life is Strange: Before The Storm (Deck Nine, 2017) han supuesto todo un soplo de aire fresco para dos sagas que necesitaban un nuevo empuje en sus historias.
Por una parte, en ambos casos hablamos de una protagonista de similar nombre: Chloe. A pesar de la casualidad, fue el motivo desencadenante de hacer un artículo sobre el poder que han tenido estos dos personajes para conseguir llenar los huecos que nos quedaban de sus respectivas historias.
Uncharted (2007 – 2016), la saga de Naughty Dog, olvidó por completo a uno de sus personajes principales en otros capítulos como era la intrépida Chloe Frazer. En este último juego (que al mismo tiempo no puede considerarse DLC pero tampoco una entrega nueva) Chloe ha conseguido ponerse en primer lugar como protagonista, siendo éste su debut como heroína principal. Este es mi juego y lo jugarás bajo mis reglas suelta la protagonista en la primera hora del título, que deja patente que ahora se contará su historia, cosa que no ocurría en el pasado.
La compañía de Nadine, me parece algo extraña, quizás no deberían de haber mezclado tantas cosas: la fuga de la Jefa Mayor de Shoreline, con una Frazer dispuesta a conocer el pasado de su padre y la adición de personajes como Sam Drake (que el propio juego con sus mecánicas y diálogos te da a entender lo poquísimo que pintaba este protagonista). Sin embargo, la relación nueva entre dos personajes que ningún jugador hubiese pensado en mezclar, da lugar a unas cinemáticas llenas de algo que se había perdido en la saga: comunicación a base de reflexión y no a base de acción. Es un título más pausado, que se adapta al ambiente selvático lleno de espacios grandes y abiertos (no es casualidad que hayan querido utilizar este juego para probar el mundo abierto a través de la recolección de unas estatuillas) y que da pie a conversaciones más profundas.
Este título parece madurar a la propia saga, que encontró en la búsqueda de los sueños perdidos el leitmotiv de su anterior juego. Uncharted 4: El Desenlace del Ladrón (Naughty Dog, 2016) conllevó a una desvalorización de personajes como Elena, que salvadora in extremis, se le dio el eterno de papel tú no, que molestas. A la que le ocultaban información, la mentían descaradamente, y la mostraban como a una persona que no sabe en quién confiar. Fue un juego que me dolió, que me hizo alejarme de la saga. Al parecer, el cambio de dirección en este nuevo título, ha abierto las puertas a la expresión de los sentimientos e incluso a momentos de hacer las paces y reconciliarse y dar un tiempo para todo.
Chloe y Nadine se buscan la una a la otra como un equipo. Saben sus miedos y los exteriorizan. Hay conflictos y traiciones. Pero también, enseguida, como comentaba, hay momentos de reconciliación, que, aunque rápidos y bruscos, son necesarios para entender la nueva dirección del juego en relación con el pasado. Chloe busca las huellas de un padre ausente, que dejaba sus pistas por el camino mientras su hija lo descifraba a golpe de plataformeo y búsqueda personal.
Encontramos en esta nueva historia secundaria, una redención de la compañía, que vería sus fallos en argumentos infantiles de Uncharted 4: El Desenlace del Ladrón (Naughty Dog, 2016). Se dice que secundario es aquello que emerge de lo principal. Sin embargo, bajo mi opinión, Uncharted: El Legado Perdido (Naughty Dog, 2017) es precisamente eso, una herencia que se perdió en pos de dar un valor a un Nathan que quizás deberían de haber guardado bajo la alfombra de quién no sabe dar un buen final a algunos personajes como Elena, que se quedaron totalmente fuera de lo que hasta entonces habíamos conocido dentro del propio contexto de la saga.
Por otra parte, tenemos a Chloe Price. La amiga de Max, en Life is Strange (Dontnod, 2015) que consigue también tener su propio testimonio en este sí, llamado DLC de la saga. La realización por otro estudio ha supuesto un cambio en materia de mecánicas (la inclusión de una forma de argumentar para ganar una pelea, por ejemplo) así como de hacer click y tener cuatro opciones disponibles de un objeto (aunque suele quedarse en el par durante la mayoría del juego).
Chloe nos abre su corazoncito en este Life is Strange: Before The Storm (Deck Nine, 2017) habla de sus miedos y dudas respecto a la muerte de su padre. Una pérdida traumática que afecta a muchos aspectos de su vida: desde la relación con su madre que rehace la vida con otro hombre a sus actitudes ante el instituto y la vida en general. Estamos ante una adolescente muy joven con un padre ausente. De nuevo, la pérdida de la figura paterna se traduce en comportamientos desiguales con su entorno, donde Chloe Frazer roba y se arriesga a morir en expediciones para rellenar el hueco de la pérdida de su padre, Chloe Price olvida y se seda con drogas, sensaciones fuertes (como asistir a un concierto de rock) y buscando su felicidad allá donde esté.
La sensación de no pertenencia al entorno, esa búsqueda de huir cual cuervo, da a entender sus ganas de volar fuera del nido de Arcadia Bay. Sin embargo, choca burocráticamente siendo menor de edad, sin trabajo ni recursos que apoyen esa huida y con la compañía de otra alma perdida como es Rachel. De este personaje, desde el anuncio de este DLC en el E3, saqué una sonrisa, por ser el mayor hueco dentro de una historia dentro del mundo de los videojuegos recientes.
La desaparición de Rachel fue toda una incógnita que parece detallarse en esta nueva entrega. De ello, mis ganas de continuar con los siguientes capítulos que se avecinan. Se tratará de una trilogía que ayudará a conocer más sobre este asunto.
Rachel, como comentaba, es otra alma perdida que, de nuevo, tiene un problema con su padre. En una escena de este nuevo título, Rachel y Chloe vigilan a través de unos prismáticos una escena: un hombre se besa con una mujer joven. Esto desencadena un comportamiento, que, a primera vista, desconcierta a la propia Chloe. Se trata de la constatación de que el padre de Rachel está siendo infiel a la madre de ésta.
Eso conlleva a la aceptación, a digamos la gota que colma el vaso de una decisión ya casi tomada. Ella quiere huir igual que lo quiere hacer Chloe, y toman la decisión precipitada de huir juntas. Aquí acaba el primer capítulo que nos deparará, seguro, unos toques tan profundos como los vistos hasta ahora: desde las ensoñaciones de Chloe con un padre que, ya fallecido, parece juntarse con una Rachel que habiendo jugado al primer Life is Strange (Dontnod, 2015) está muerta.
Las dudas y ese rellenar los huecos de ambas historias sé que tiene un componente intrínsecamente económico, donde ambos estudios buscan un beneficio de lo que fue y sin pillarse los dedos con una nueva entrega. Está claro que tendrán menos publicidad que sus originales, pero estos nuevos episodios secundarios siguen sonando y jugándose como otro capítulo principal.
El resurgimiento de lo secundario ha llegado para quedarse. Serán las nuevas secuelas, precuelas, o lo que quieran llamarlo en un márketing comido por lo que ya hemos visto en otros entornos artísticos como el cine. Ahí es más fácil entornar estas nuevas historias, dejando de lado a protagonistas tan blancos porque quieren que todo aquel que juegue o vea su producto, empatice con él o ella, que ni siquiera resultan interesantes.
Parece que las nuevas historias traerán un aire fresco de nuevas formas de afrontar los conflictos, una nueva forma mucho más libre y con ganas de huir de lo característicamente mainstream. Unas nuevas alas en el mundo del videojuego que nos permitirán, de nuevo, volar.